Pablo Iglesias
Profesor de Ciencia Política en la Complutense. Es presentador de La Tuerka (PúblicoTV) y Fort Apache (HispanTV), bloguero en Público.es y comentarista político en varios programas de televisión.06.01.2014 – Detroit, la ciudad de los Pistons, del rock, del rap, fue conocida como el “arsenal de la democracia en los EEUU”, el mejor símbolo del éxito industrial del capitalismo fordista americano asociado a la fabricación de automóviles. Fue también la ciudad del sindicalismo que lograba mejoras salariales para los obreros, y de las luchas de los afro-americanos emigrados masivamente de los estados del Sur tras la Segunda Guerra Mundial, para vender barata su fuerza de trabajo en la próspera ciudad. El Poder Negro que enfrentó desde los 60 el racismo institucional estadounidense no se entendería sin Detroit; de sus fábricas de la Chrysler surgirían socialistas negros como James Boggs.
Hoy Detroit está en bancarrota y muchos de sus barrios han quedado convertidos en cadáveres urbanos que representan, con una claridad ineludible, el rostro del capitalismo made in Wall Street.
El gran historiador británico Eric Hobsbawm señalaba antes de morir en la New Left Review cinco cambios fundamentales en el devenir histórico mundial: el fracaso del proyecto hegemónico de los EEUU, el desplazamiento del centro económico-industrial del Atlántico Norte al Sur y al Este de Asia; la emergencia de los BRIC´s , el debilitamiento de la autoridad de los estados nacionales y la crisis global del capitalismo. La reflexión de Hobsbawm se puede traducir de muchas formas a la realidad geográfica y urbana, pero desde luego una de las mejores traducciones sería Detroit.
¿Qué se podría hacer? Cada vez que algunos proponemos que el Estado recupere el control de los sectores estratégicos y los ponga al servicio de los ciudadanos nos mandan a Cuba…Y es normal, ya decía Robin Blackburn que “el centroizquierda y el centroderecha están persuadidos de que el Estado del bienestar es demasiado caro y burocrático y de que hay que reducirlo y repartirlo entre los proveedores privados”.
Pues ya sabéis donde tenéis que mandar al centroizquierda y al centroderecha cuando os manden a Cuba.
Fuente: El Subjetivo
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